Devocional Diario. Reflexiones para vos: "ÉL SALVÓ MI VIDA"

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Un donador de

SANGRE

Salvó mi vida:

JESÚS.

Romanos 3:25

¿Alguna vez en su vida, dependió de una transfusión de sangre para poder seguir viviendo y apareció un donante? Usted salvó su vida gracias a su generosidad. Me imagino que sintió un gran agradecimiento por la persona, que quizás aún era un desconocido. ¡Cómo no agradecerle, si gracias a él, hoy está vivo!

Hay otro donante; que derramó su Sangre a favor de toda la humanidad; porque si no lo hubiera hecho; estaríamos todos perdidos, nuestro destino final no sería el cielo, el único lugar de todo el universo donde tendremos paz, seremos rodeados solamente de Amor; armonía, alegría y rodeados de un lugar maravilloso y además veremos al donante cara a cara y valoraremos mucho más su sacrificio en la cruz a nuestro favor. ¡Sí! Jesús.

La Biblia, la Palabra de Dios, dice en Romanos 3:24-26, en la versión: Dios Habla Hoy: "Pero Dios, en su bondad y gratuitamente, los hace justos, mediante la liberación que realizó Cristo Jesús. Dios hizo que Cristo, al derramar su sangre, fuera el instrumento del perdón. Este perdón se alcanza por la fe.

Así quería Dios mostrar cómo nos hace justos: perdonando los pecados que habíamos cometido antes, porque él es paciente. Él quería mostrar en el tiempo presente cómo nos hace justos; pues, así como él es justo, hace justos a los que creen en Jesús".

Quizás, usted todavía sigue pensando como muchos ¿Qué pecados? Si yo soy bueno y no le hago mal a nadie.

Lamentablemente le tengo que decir que para Dios no es así; leamos lo que dice la Biblia en Romanos 3:23: "... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios"

¿Todos? Sí, todos… ¿Qué es pecar? Es hacer lo contrario a lo que Dios nos enseña en su Palabra; el que no cumple sus Mandamientos.

Quizás usted los conozca, quizás todavía no, pero yo se los voy a compartir; así se puede mirar en el espejo de la Palabra de Dios, a ver si se ve reflejado en todos los conceptos que Dios espera del hombre.

Léalos y vea si puede decir, yo no hice nunca ninguna de esas cosas…

Los diez mandamientos

Éxodo 20:3-7:» No tengas otros dioses aparte de mí.

» No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la tierra.

No te inclines delante de ellos ni les rindas culto, porque yo soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos; pero que trato con amor por mil generaciones a los que me aman y cumplen mis mandamientos.

» No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que use mal su nombre".

Éxodo 20:12-17:» Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.

» No mates.

» No cometas adulterio.

» No robes.

» No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo.

» No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.»

¿Nunca hizo ninguna de esas cosas? Recordando que Dios lo ve todo… lo podemos negar delante de los hombres, pero no delante del Señor; porque podría mostrarle como si fuera una película, todas las ocasiones en las que hizo una o varias de estas cosas.

Pero esa es la naturaleza humana, porque descendemos del primer hombre y la primera mujer creada: Adán y Eva; quienes en cuanto comenzaron a vivir, desobedecieron a Dios y fueron echados del hermoso jardín del Edén, creado por Dios para que ellos lo disfrutaran; pero no les alcanzó; fueron tentados a comer del único fruto, entre todos los árboles que había en el jardín; del árbol del bien y del mal, que Dios les había dicho que no comieran, porque si lo hacían morirían. No lo obedecieron y esa fue su perdición y la nuestra, ya fuimos destinados a tener una naturaleza pecaminosa, aún antes de nacer.

Pero DIOS ES TAN BUENO, que no quiso dejarnos con esa injusticia; por eso envió a su Ser más Amado, Su Hijo Jesús a la tierra; a morir en la cruz en nuestro lugar; el justo y Santo, el que nunca pecó; por los injustos y pecadores: nosotros.

Esa Sangre que derramó; nos da la oportunidad de ser salvos y vivir una hermosa vida, bajo la bendición de Dios.

¿Qué tenemos que hacer para aprovechar esa oportunidad? Nuestra única responsabilidad, es abrirle nuestro corazón a Jesús, invitarlo a entrar; reconocer que pecamos y pedirle perdón; entonces Jesús nos lava con su Sangre Preciosa, nos perdona y nos da una nueva oportunidad de caminar de su mano y entablar una hermosa relación de Amor mutuo con Él. ¿Cómo?

Tomando el hábito de orar; que es hablar con Dios; no con palabras aprendidas de memoria, sino con las que salen de su corazón, como habla con las demás personas, leyendo la Palabra de Dios, la Biblia, para comenzar a aprender todo lo que Dios nos dejó escrito, para que sigamos los ejemplos buenos que en este hermoso libro encontramos y aprendamos a no hacer, lo que los ejemplos malos que leeremos en la Biblia, nos mostrarán.

¡Qué donante desinteresado y lleno de Amor! Su Sangre derramada en la cruz, alcanzó para toda la humanidad. Solo deben desear ser perdonados y tratar de no volver a pecar, con la ayuda del Espíritu Santo.

Dice la Palabra de Dios, en Juan 1:12 (Dios habla hoy):

"Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios".

¿Se da cuenta? No solo nos perdonó, sino que nos convirtió en “hijos de Dios”; ya no somos solamente una creación más de Dios… “hijos”. Y Jesús ahora es nuestro Salvador y Señor.

¡Qué cambio de vida! De la oscuridad a la luz, de la maldad, a la santidad, del odio que sentía, al amor que ahora Dios pone en su corazón…

Si no aprovecha esta oportunidad, será tan lamentable; que por incredulidad y por capricho; su destino final no sea el cielo, sino el infierno; por propia voluntad, como si fuera a comprar pasajes y eligiera el segundo destino…

Le pido al Espíritu Santo de Dios, el que desea ser su fiel compañero siempre; que despierte su espíritu, que abra sus ojos espirituales; para que nazca en su corazón el deseo de agradar a Dios y sea para bendición, no solo para su propia vida, sino para todos los que lo rodean.

El amor de Dios para el mundo

"Pues Dios amó tanto al mundo,

que dio a su Hijo único,

para que todo aquel que cree en él

no muera, sino que tenga vida eterna".

Juan 3:16

(Dios Habla Hoy)