Devocional Diario. Reflexiones para vos: "NO PERMITA QUE NADIE LE ROBE"

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La imagen dice:

No permitas

QUE NADA

NI NADIE

robe la esencia

que Dios te dio.

Cuando todavía no había tenido un encuentro con Jesús, seguramente, usted hacía lo que bien le parecía; porque se sentía dueño de su propia vida.

También comparo el tema que vamos a tocar hoy, con lo que habrá ocurrido tantas veces en su niñez; o usted mismo, como padre o madre con sus hijos; que el niño haga algo malo y el comentario sea: “Salió al padre”; como crítica obviamente.

Cuando invitó a Jesús a su corazón; reconoció todos sus errores y pecados y le pidió perdón a Dios y Él lo perdonó; lo limpió con la Sangre que Jesús derramó en la cruz, con ese fin; perdonarlo y darle Salvación y Vida Eterna. Entonces nació en usted, una nueva naturaleza, la esencia de Dios en su corazón y en su alma. Su mente fue transformada y reconoció que ahora es hijo de Dios; y no puede actuar como antes de ser perdonado; porque Dios envió a su Espíritu Santo para hacer de usted una nueva persona; fue redimido y lo que está dentro suyo, ahora es notorio también externamente; ante el asombro de todos los que lo conocían de antes.

La Biblia, la Palabra de Dios, lo explica más claramente; en 2 Corintios 5:17, dice: "De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas".

¿Qué significa estar en Cristo? Usted, ahora con Jesús en su corazón; perdonado, limpiado y redimido; es una nueva persona; ya no siente el deseo de hacer las cosas que antes hacía; no le atrae, es más… le produce rechazo.

Porque se siente como una persona que se había caído en el barro; llega a su casa, se baña, se cambia de ropa y se siente limpio, cómodo; puede mirarse al espejo y le agrada lo que ve.

La esencia de Dios; que Él mismo puso dentro suyo; la palabra, como tal, proviene del latín essentĭa.

Se conoce como esencia, aquello que es importante, característico o fundamental en una cosa o persona.

La esencia de Cristo es el Espíritu, es decir, la divinidad. Por lo tanto, Su esencia es la de Dios mismo.

La esencia física de Dios, es el conjunto de perfecciones positivas que encierra, y que se identifican en realidad con Dios.

Una vez que usted es transformado de esa manera, que solo no hubiera podido lograr; le da la responsabilidad de valorarla; cuidarla y no permitir que nada, ni nadie se la robe.

No venda esa nueva esencia de santidad, por nada del mundo; porque luego es muy difícil volver atrás.

En Juan 6:63, Jesús dice: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.

Con “carne”; se refiere a los deseos humanos; que van contra la naturaleza de Dios.

Una vez que obtiene la Salvación y la Vida Eterna; y se ha convertido en un hijo de Dios, por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo, por medio de su fe; debe cuidarlo más que ninguna otra cosa o persona en este mundo.

Cuando Dios creó el mundo; fue desilusionado por el primer hombre y la primera mujer: Adán y Eva. Todo lo había creado para ellos, para que lo disfrutaran; tenían todo lo que necesitaban; iban desnudos, porque no había maldad en sus corazones, todo era normal para ellos.

Pero, así como ahora; al hombre nada le es suficiente y somos muy desagradecidos con Dios.

Leamos lo que sucedió cuando decidieron desobedecerlo, desconfiando de Dios, así como la serpiente trató de que ocurriera; comiendo del único fruto entre todos los que tenían a su disposición, en el huerto del Edén, del árbol que Dios les había dicho que no comieran; el árbol del bien y del mal.

Génesis 3:20-24, dice: "El hombre llamó Eva a su mujer, pues ella fue la madre de todos los que viven. Dios el Señor hizo ropa de pieles de animales para que el hombre y su mujer se vistieran, y dijo: «Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es malo.

No vaya a tomar también del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.»

Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado. Después de haber sacado al hombre, puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daban vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida".

Aparece el hombre y la mujer en escena; frente a toda esa maravillosa creación de Dios, que tenían para disfrutar y vivir en paz y estropean todo con su desobediencia. Aún nosotros lo estamos pagando, porque descendemos de ellos.

Solo Jesucristo puede transformarnos, salvarnos y darnos una nueva vida y una nueva naturaleza; el Espíritu Santo tiene la tarea de ayudarnos a parecernos a Jesús y ser obedientes, para nuestro bien en la vida.

Si usted no lo permite; nadie le puede robar el deseo de agradar a Dios con sus decisiones en la vida; Jesús quiere ocupar el primer lugar; en su vida, en su familia; y desea que usted sea un ejemplo para sus hijos, sus nietos y que toda su descendencia, pertenezca a Dios; para que así tengan una vida, bajo la bendición del Señor.

La tentación no es pecado; pero Dios no puede convivir con el pecado.

Si usted le dice ¡No! con firmeza y no peca; si tiene convicciones firmes, que nadie, ni nada puede robarle; su futuro será siempre guiado por el Espíritu Santo.

No se distraiga por favor; es muy triste luego mirar atrás y decir: ¿Qué me pasó? Yo estaba tan bien en la Presencia de Dios; el Espíritu Santo tenía el control de todo lo que hacía.

Dios permita que continúe luego diciéndole, si le ocurrió: Perdóname Jesús, me vuelvo a Ti con todo mi corazón; límpiame; deseo ser como Tú, que nos diste ejemplo en la tierra, donde fuiste tentado en todo, pero no pecaste, por amor y obediencia a tu Padre.

Dígale, te voy a seguir todos los días de mi vida. Quiero ser como Tú Jesús. Espíritu Santo, purifícame y santifícame. Y cuando reciba su perdón; perdónese a usted mismo; porque de lo contrario, seguirá atado toda su vida, por la culpa.

Cuando Dios perdona, actúa así; vamos a leerlo en Miqueas 7:19-20:

"Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados".

Hebreos 10:17, añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones".

Escuché muchas veces decir: Si Dios te perdona ¿Quién sos vos para no perdonarte?

Es verdad, lo más importante y lo que le va a dar paz en su corazón, es el perdón de Dios. Luego, cuidado… que nada, ni nadie, le robe la esencia de Dios de su corazón; será su responsabilidad cuidarse y negarse a hacer nada que no sea del agrado de Dios; entonces vivirá con paz en su corazón y su vida irá de victoria en victoria.

¡JESÚS LO AMA TANTO!
Valore y cuide ese Amor Eterno.

"Bendeciré al Señor con toda mi alma;
no olvidaré ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas mis maldades,
quien sana todas mis enfermedades,
quien libra mi vida del sepulcro,
quien me colma de amor y ternura"
Salmos 103:2-4