La Palabra de Dios en Juan 10:10, dice: "El ladrón no vino sino a matar, robar y destruir..."
Ayer fui testigo de un robo; realmente me impactó escuchar el grito de una chica joven, completamente asombrada y con una gran impotencia por no haber podido hacer nada; seguramente estaba distraida mientras caminaba, mirando el celular, una moto se subió a la vereda, le arrebató el celular y huyó; eran dos en una moto.
Nuestras distracciones, a veces tienen consecuencias; por eso no debemos descuidarnos; no solamente con el celular; sino, ayer pensaba al ver ese robo; que el ladrón justamente, está atento a las distracciones de las personas; para quitarles sus pertenencias preciadas.
Pero hay un ladrón mucho más peligroso; es el diablo; que como dice la palabra de Dios, en Juan 10:10: el ladrón vino a robar, matar y destruir; pero continúa diciendo: pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia".
Eso lo dice Jesús; Él vino a la tierra y se sacrificó por nosotros; entregó voluntariamente su vida; para que todo aquel que en el crea; no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16.
¿Para quién son valiosas las pertenencias? Para los que con sacrificio las compraron, o quizás se las obsequiaron. Entonces ¿quiénes tendrían que cuidarlas y estar atentos para no perderlas? Los que disfrutan con tener esos objetos.
La Salvación que nos regaló Jesús, la obtuvimos por gracia; pero por medio de un gran sacrificio y la entrega de la vida del Hijo de Dios.
¿Cómo no cuidarla? ¿Cómo no valorarla? No es como sucede con los objetos perdidos, que quizás decimos: después me compro otro. No, la Salvación que nuestro hermoso Jesús nos dio; no es algo que se pueda reemplazar con otra.
Llegará el día que la valoremos mucho más; cuando vuelva Jesús a buscar a los que son suyos para estar con Él para siempre; dice la Palabra de Dios, que el Señor está preparando un lugar para nosotros; lo dijo de una manera llena de amor; lea este pasaje: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros". Juan 14:2.
¡Qué maravilloso será el día cuando Jesús nos diga: Llegó el momento, vamos a estar juntos para siempre, ven; en lo poco fuiste fiel, en lo mucho te pondré.
Ese "mucho" realmente es estar en su presencia; en vivo y en directo, junto al amor de nuestra vida para siempre.
Pero ¡¡¡cuidado!!! No se distraiga; no permita que "el ladrón" le robe la Salvación que tanto le costó a nuestro Señor comprar; por su vida, su sufrimiento. Jesús se entregó solo por amor; no estaba obligado a hacerlo.
Le dijo a su Padre antes de ir a la cruz: "Si puedes pasa de mi esta copa, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Y se entregó, me impacta leer este pasaje de la Biblia; lea estas palabras de nuestro Señor en Juan 10:17-18: "El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volver a recibirla. Esto es lo que me ordenó mi Padre".
¿Cómo no valorar y cuidar la Salvación que Jesús nos regala por medio de su muerte y resurrección?
Es su decisión; pero si alguna vez dijo de alguna persona: ¡Qué desagradecido! Compare lo que usted hizo por esa persona, con lo que Dios ha hecho por usted.
¿Seguirá preguntándose: ¿sigo a Jesús o no? ¿Me congrego para buscar a Jesús junto con los demás hijos de Dios o no?
Yo creo que si sabe lo que le conviene; no hay mucho que pensar. Jesús ya hizo su parte; nadie puede obligarnos a recibir un regalo si no queremos aceptarlo; pero no deje que el "Ladrón" le robe el amoroso gesto tan generoso de Jesús para usted.
Piénselo por ejemplo en Navidad; reflexione, no fue Papá Noel el que nació para salvarlo.
Dios le bendiga
Susana Goglián
"TE AMO"
Marcos Yaroide
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