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martes, 28 de marzo de 2017

"LA VIDA, UNA GRAN DESILUSIÓN"

La imagen de hoy dice: A veces la gente llora 
no porque sean débiles
sino porque llevan demasiado tiempo siendo fuertes

Una mujer se expresaba así: "Estoy desilusionada de la vida, nada me salió bien por más que me esforcé. Toda mi vida se convirtió en una gran desilusión. Miro a mi alrededor y reconozco que toda la gente que me rodea me desilusionó de alguna manera, no puedo confiar en nadie.
A mis hijos, a los que le di una educación cristiana, traté de enseñarles con mi ejemplo a entregarse a Dios, seguirlo, servirlo, ponerlo en primer lugar, pareciera que no recordaran nada ya. 
La gente a la que respetaba y admiraba, también me desilusionó, no me defendieron cuando debían haberlo hecho. Los perdoné, pero esta desilusión me hace sentir muy sola, ya no confío en ellos.
Las personas que me rodean, hablan y actúan de manera diferente  a las convicciones que tenían. Las personas que amaba, de una u otra manera me abandonaron. Ya no me quedan muchas fuerzas, estoy muy triste. 
Siento que comencé a ver la vida desde afuera y no me gusta lo que veo, no me siento identificada con nadie"

¿Qué decirle a esta persona verdad? Lo único que pude aconsejarle, fue lo que dice Dios en su Palabra: "Levantaré los ojos a los montes, de dónde vendrá mi socorro, mi socorro viene de Dios que hizo los cielos y la tierra" Salmos 121:1.
Le dije que solo en Jesús se puede confiar completamente, porque Él nunca la va a dejar, ni la va a desamparar. Dios no desilusiona, debemos saber que Dios cumple lo que promete. 
Le aconsejé que perdone a todos los que la desilusionaron, que renuncie al resentimiento y al rencor, para que su corazón esté en paz.
En momentos de tanta tristeza y debilidad, tenemos que buscar la presencia de Dios más que nunca, solo Él puede fortalecernos, recordarnos las bendiciones que recibimos en el pasado, aquellas cosas que parecían imposibles y Dios permitió que ocurran sobrenaturalmente, pueden ocurrir en el presente.
El Señor nos quita la venda que nos ciega y comenzamos a recobrar la visión para ver lo que Dios ve en nuestra vida. 
Poner nuestra confianza en Jesús, es lo único que puede sostenernos en momentos de tristeza, soledad y desilusión.
No tema, espere en Jesús, Él todavía no terminó de trabajar en su vida. 
No deje de orar y buscar su presencia cada día, de la misma manera que no puede dejar de respirar, porque de lo contrario moriría. 
No se distraiga, las distracciones lo desconectan de Dios y después cuesta mucho volver a ese estado de dependencia que tanto lo bendecía, cuando estaba rodeado con lazos de amor con Jesús.
Todo es más fácil cuando Jesús es el centro de nuestra vida. 
No importa lo que le hayan hecho, lo único importante es unirse cada vez más al Señor y caminar. Él siempre irá adelante, nunca atrás, nunca en el pasado, ni en los recuerdos dolorosos.
Camine de la mano de Jesús y encontrará la libertad y el gozo en su corazón nuevamente. 
Los cielos se volverán a abrir sobre su vida.

Dios lo bendiga

Susana Goglián

"QUÉ SE ABRAN LOS CIELOS" 
Marcos Yaroide

 

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