Hace un rato volví de una reunión de bautismo y adoración en Catedral de la Fe.
¡Qué maravilla! Una reunión tan ordenada, que permitió luego de la promesa en conjunto de todos los que se iban a bautizar, diciéndole: Señor prometo seguirte todos los días de mi vida; luego de eso, mientras se bautizaban cincuenta personas; los demás seguimos adorando... ¡mucho tiempo! Fue tan hermoso el momento de adoración, que no me enteré cuando terminó. Recién cuando dejaron de tocar los músicos y yo seguía con mis brazos hacia el cielo, adorando a Jesús; me sentí como si el Señor y yo hubiéramos quedado solos bailando en la pista, cuando todos los demás se habían retirado del lugar.
¡Fue tan hermoso! Volví a mi casa ¡tan plena!
Cuando buscar la presencia de Dios deja de ser una obligación, solo para cumplir porque hay que orar todos los días y se convierte en una relación de amor con Jesús; cada encuentro diario en oración y adoración, se convierte en una necesidad imperiosa de buscar ese lugar de paz, plenitud, alegría, felicidad, amor, del que no queremos salir. Comenzamos a vivir en una nueva dimensión Sobrenatural.
Todo lo demás se convierte en una obligación; pero no el momento de orar y buscar la presencia del Espíritu Santo de Dios.
En esos hermosos momentos, es cuando uno siente que el único que puede comprendernos completamente es Dios; sentimos su abrazo, que nos llena de paz, en medio de la turbulencia de la vida.
Comenzar el día buscando su Presencia, su guía para el resto del día, comienza a ser una imperiosa necesidad.
Yo lo comparo con lo que sentirá un bebé cuando llora y llora y de pronto su mamá lo alza en sus brazos, lo acurruca en su pecho, lo besa y comienza a mecerlo para que se calme... la plenitud.
En momentos de felicidad, como en tiempos de luchas, tristeza, desazón, depresión, enfermedad, confusión, duelo; le recomiendo una hermosa adicción, la única que no le va a hacer mal; al contrario la dulce Presencia del Espíritu Santo de Dios cambiará su vida para siempre. Si aún no lo ha notado, en cuanto lo buscamos, Jesús acude a nuestro encuentro.
Cada vez que oramos; el oído de Jesús está atento a nuestra voz, se acerca con una sonrisa a escuchar lo que le quieren decir sus hijos amados.
Jesús ama ese momento de nuestra oración; cuando lo adoramos, alabamos su Santo Nombre, cuando lo ponemos en primer lugar, esa es su alegría.
Cuanto más se acerque a la presencia de Dios; va a sentir más necesidad de estar con Él; porque nada, ni nadie, le hará sentir lo que el Espíritu Santo hará en usted cuando le busque.
Santiago 4:8 dice: "Acercaos a mi y yo me acercaré a vosotros"
No hay nada más hermoso que la Presencia de Dios; no encontraremos en ningún lugar, un Amor tan Profundo, puro e incondicional como el de Jesús.
No busque más; en la presencia de Jesús, encontrará todo lo que necesita.
No pierda tiempo buscando donde no hay nada que lo pueda saciar.
SOLO EN JESÚS HAY PLENITUD.
Enamorados de Jesús caminaremos por la vida
con paz y alegría, a pesar de todo lo que nos acontezca.
¡¡¡JESÚS LO AMA TANTO!!!
Pidale al Espíritu Santo que le revele su AMOR
en su corazón
Dios lo bendiga
Susana Goglián
"Mi Pensamiento Eres Tu Señor"
Antonio de Jesús.
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