Según http://www.nationalgeographic.es, un tsunami es una serie de grandes olas del mar causadas por un terremoto bajo el agua, deslizamientos de tierra o erupciones volcánicas.
Lógicamente, no se ve lo que sucede bajo el agua, hasta que sorprende un tsunami, imparable, destructivo ciento por ciento. Destruye todo lo que encuentra a su paso.
Esto me hace pensar en lo que sucede dentro del ser humano, nadie puede ver lo que está ocurriendo en el corazón de las personas; las apariencias muestran como que todo está bien, que la persona va a la iglesia, aparentemente es una buena persona, no hay señales de que algo incorrecto esté sucediendo.
Pero de pronto ¡la gran noticia! Alguien que conocíamos como fiel a Dios, volvió a ser como era antes, su familia no puede entender como antes los invitaba a ir a la iglesia, lo veían orando, leyendo la Biblia y según ellos: "de pronto cayó" volvió a drogarse, a tomar alcohol, a permitir violencia en su hogar... pero no fue repentinamente.
La Palabra de Dios, la Biblia dice en Isaías 30:13: "... por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente".
Lamentablemente nos vamos deslizando poco a poco, un domingo preferimos quedarnos en casa en vez de ir a buscar a Dios con todos los hijos de Dios, a llenarnos de su presencia, escuchar su Palabra para estar fortalecidos durante toda la semana.
Otro día sentimos que Dios nos invita a acercarnos a su presencia a orar, a hablar con Él, pero estamos demasiado ocupados, lo dejamos para después y luego nos olvidamos de esa dulce invitación.
Poco a poco, la persona ora cada vez menos; y eso produce que se permita hacer cosas que ya no practicaba; decide ir a lugares que ya no iba; comienza a frecuentar a personas que sabe bien que no son de bendición para su vida espiritual.
La Palabra de Dios dice en Hebreos 2:1: "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos".
El tsunami espiritual no nos va a sorprender repentinamente a nosotros, porque el Espíritu Santo nos va a ir mostrando cuando nos estamos deslizando lentamente.
Pidamosle a Dios que abra nuestro entendimiento para prevenir un tsunami, del cual, es muy difícil volver y lamentablemente va a arrastrar no solamente todas nuestras cosas logradas por años en el camino de Jesús, si no a todos los que nos rodean; nuestra familia, a nuestros discípulos, a nuestro entorno.
Jesús lo ama demasiado para que se permita darle la espalda.
NO SE DISTRAIGA, FUERA DE JESÚS NO HAY NADA... QUE LE SIRVA
Dios los bendiga
Susana Goglián
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