Jesús sana al siervo de un centurión
Mateo 8:5-11
Segmento extraído de la película:
"El Evangelio según Mateo"
Con Bruce Marchiano personificando a Jesús.
Hoy me desperté pensando en que Jesús mientras caminó en la tierra, se cruzó en persona con personas necesitadas, enfermas, algunos poseídos por espíritus malos que los atormentaban; hasta muertos que Jesús levantaba; como Lázaro y una niña, frente al asombro de su familia. Quizás les resultaba más fácil creer porque lo veían cara a cara a Jesús.
Pero hoy me detuve a pensar que el siervo del centurión romano, como podemos ver en el video que les compartí hoy; fue sano a distancia sin ver al Señor; sino por la fe del centurión, quien con fe se humilló delante de Jesús, reconociendo su poder.
Pero hoy me quiero detener en el siervo enfermo; siento que es una figura de nosotros; por la manera en que recibimos nosotros los milagros; porque no vemos a Jesús, pero por la fe de alguien que ora por nosotros; por la ministración de siervos de Dios que interceden por nosotros ante Dios; por nuestras oraciones y nuestro clamor; sin que nosotros veamos a Jesús, recibimos nuestro milagro.
Dice en Hebreos 11:1: "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve".
Y Santiago 1:6: "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra".
Observe que nuestra única tarea es tener una fe genuina; sin la posibilidad de ver a Jesús, pero reconociendo su amor, su poder y recordando que no hay nada imposible para Dios.
Jesús se maravilló al ver a un hombre con tanto poder, quien era obedecido por tantos soldados que respondían a sus órdenes; sin dudarlo por un momento, humillado a sus pies, reconociendo que no era digno de que Él entrara a su casa.
Y lo más admirable, es que creyó que con solo decir el Señor una palabra; su siervo recibiría sanidad.
A la distancia, quizás sin enterarse de que el centurión se dirigía a buscar a Jesús, su siervo fue sano a la distancia.
Dos cosas me vienen a la mente; la primera, es que lo que sanó a ese siervo, fue la fe inquebrantable del centurión; a quién no le importó postrarse delante de Jesús, delante de los apóstoles que lo acompañaban; humildemente confesó lo que su fe le decía; lo único que le importó fue que su siervo a quien amaba, fuera sano.
Qué hermosa actitud; eso espera Jesús de nosotros; no debemos distraernos con lo que hace uno u otro; solo enfocados en el Señor, que es el único en el que vamos a encontrar respuesta.
Y la segunda, muy importante para recordar nosotros; es que quizás sus seres queridos no se estén congregando; quizás se resistan al momento a hacerlo; pero su fe hará que Jesús los toque en el lugar donde estén, los abrace, los seduzca y les haga ver que sus ojos deben estar sobre Jesús y que nadie más importa.
Pídale al Espíritu Santo que despierte el Espíritu de sus seres queridos, para oír la dulce voz del Espíritu Santo hablándoles y diciéndoles que los espera y que los ama.
También siga clamando para que reciban el milagro que necesitan, hágalo con fe y verá como Jesús lo mira, le sonríe y recompensa su fe y obra el milagro que usted está necesitando.
Dios los bendiga
Dios los bendiga
Susana Goglián
"SI PUEDES CREER"
Catedral de la fe
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Muchas gracias, oro para que les sean de bendición las reflexiones.
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