Cierto día llegué al
lugar donde me reunía todas las semanas y acostumbro encontrar
la puerta abierta, pero esta vez, estaba cerrada.
Una puerta que a mi
entender, se abría solamente del lado de adentro, de manera que
comencé a golpear, pero nadie me abrió.
Eso me hacía perder tiempo,
ya que tenía una reunión a esa hora. Insistí dos veces más
y como no recibía respuesta, intenté abrirla, para mi
sorpresa el picaporte giró y la puerta se abrió.
Por causa de esto, pensé en
cuantos momentos de la vida, nuestros pre conceptos nos
hacen perder oportunidades. Claro, porque cuando creemos
que no tenemos chance de lograr algo, ni siquiera
intentamos conseguirlo.
Piense entonces, cuántas
oportunidades perdemos, por no intentar ni siquiera comprobar si hay posibilidades o no.
Una de las causas, puede ser
quizás el prejuicio de la edad, pensar que uno es demasiado
joven o demasiado viejo.
Cuando por el contrario
usted puede conseguir todo lo que se proponga en la vida. Con perseverancia y con la
guía de Dios, sabrá si realmente le conviene eso que quiere
lograr; si es voluntad de Dios para su vida, usted lo
obtendrá, con trabajo, con oración, y sobre todo con entusiasmo.
Nunca pierda el entusiasmo.
Porque la palabra:
“entusiasmo”, viene del griego: “ENTEOS” que significa Dios
en nosotros.
La Palabra de Dios dice:
“En Dios haremos proezas”, “Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece”- “Si Dios conmigo ¿quién contra mí?
“Mira que te mando que te esfuerces y que seas muy
valiente, no temas ni desmayes, porque yo, tu Dios, estaré
contigo donde quiera que vayas”,“Para Dios no hay nada
imposible”.
¿Se da cuenta? No debemos ni siquiera dudarlo, porque si Dios está con nosotros, podemos lograr
cualquier cosa que nos propongamos en la vida.
Debido a mi cambio de
actitud, tuve una mirada diferente frente a
las circunstancias. Observé que cuando me tocó invitar a personas para
diferentes eventos, a un encuentro, o a reuniones de
diferente índole, cuando una persona realmente desea
ir a un sitio, lo logra. Todo lo demás son pretextos, no digo
que no sea legítimo lo que dice la persona, sino que son
excusas que justifican el no asistir a un lugar, que en realidad,
no desea o no le atrae demasiado.
Pude comprobarlo, al invitar
a una persona a una reunión, en un horario que era
totalmente imposible que pudiera asistir por su trabajo, pero
para mi sorpresa ella asistió; realmente no sé como hizo,
pero allí estaba Olga en esa reunión que le pareció
interesante, porque era un curso, para una nueva tarea.
En otra ocasión, pude
apreciar el esfuerzo que hizo Mónica, una chica que vive en El Tigre, para
concurrir a un retiro de fin de semana.
El punto de partida era en
el barrio porteño de Parque Chacabuco, para tomar el
micro que la llevaría hasta González Catán; toda una
travesía, si usted vive en Buenos Aires lo entiende. ¿Qué motivó a Mónica a esforzarse tanto?
Fue la convicción que ella tenía, estaba segura que le convenía ir a ese
fin de semana especial, porque lo necesitaba, lo anhelaba.
¿No le parece que hubiera
sido justificable si ella hubiera dicho, no puedo ir porque
vivo muy lejos? Claro que sí, pero ella deseaba ir y nada ni
nadie la hubiera podido detener.
Ella tomó el picaporte, lo
giró, abrió la puerta, entró, y recibió toda la bendición
que Dios tenía preparada para ella.
Por eso, luego de comprobar
varios casos, ya no acepto un “no puede” o un “no puedo”
espontáneo por respuesta, sin que antes la persona por lo
menos lo intente.
Estoy convencida de que
todos podemos acomodar las cosas para lograr ir, a donde de
verdad queremos ir.
Dígale a una chica
enamorada, que no puede ir a encontrarse con su novio, si antes no
estudia, estoy segura que ella va estudiar con tanto esmero, hasta
demostrar que sabe toda la lección, para poder ir a ver a su
amado. No me la imagino llamando a su novio diciéndole:
“No puedo ir porque tengo que estudiar”.
Entonces ¡No hay edad, no hay
situación económica, no hay enfermedad, que pueda
detenernos para lograr lo que anhelamos!
Cuando tenía once años, caí
en cama enferma, era una tarde de domingo, en el cual iba a
ir con mi profesora de acordeón a piano y mis compañeros a
tocar en una confitería en la que había diferentes shows. Pero
allí estaba yo, en cama; pero tenía tantos deseos de ir
que me desesperé.
Cuando fue a visitarme una
compañera, me puse a llorar con tanta angustia por no poder
ir a tocar, que mi mamá sorprendida me dijo: “¿Pero
que te pasa? No vas porque te sentís mal, no porque yo no
te deje”.
Pero yo no podía dejar de
llorar, así que mi mamá me dijo que si me animaba a
levantarme me llevaba.
No puedo explicarle la
alegría que sentí, me levanté y fui, a pesar de que me sentía mal y pudimos tocar el acordeón a piano todos juntos.
Si realmente deseamos algo,
lo logramos, no hay excusa que valga.
Todas las puertas que están
delante de usted, se pueden abrir si lo intenta y lo
desea de verdad.
Piense en esos sueños que
quedaron truncos, por diferentes motivos o por causa de otras personas.
Sueñe, ore, y actúe. Dios está con usted.
La puerta que
usted tiene delante se abrirá, avance en el nombre de
Jesús.
Dice en Apocalipsis 3:8: "Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre".
PARA EL QUE CREE, TODO LE ES POSIBLE, DIJO JESÚS.
Me siento obligada a preguntarle: ¿Usted quiere?
Entonces adelante en el nombre de Jesús
Dios le bendiga
Susana Goglián
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